jueves, 8 de marzo de 2018

La plaga de la peste




En los montes, los valles y collados
De animales poblados,
Se introdujo la peste de tal modo,
Que en un momento lo inficiona todo.  
Allí donde su corte el león tenía
Mirando cada día
Las cacerías, luchas y carreras
De mansos brutos y de bestias fieras,  
Se veían los campos ya cubiertos
De enfermos miserables y de muertos.
"Mis amados hermanos -
Exclamó el triste rey-, mis cortesanos, 
Ya veis que el justo Cielo nos obliga
A implorar su piedad, pues nos castiga
Con tal horrenda plaga;
Tal vez se aplacará con que se le haga  
Sacrificio de aquel más delincuente,
Y muera el pecador, no el inocente.
Confiese todo el mundo su pecado:
Yo cruel, sanguinario, he devorado
Inocentes corderos,
Ya vacas, ya terneros:
Y he sido a fuerza de delito tanto.
De la selva terror, del bosque espanto".  
"Señor -dijo la zorra-, en todo eso
No se halla más exceso
Que el de vuestra bondad, pues que se digna
De teñir en la sangre ruin, indigna 
De los viles cornudos animales
Los sacros dientes y las uñas reales".
Trató la corte al rey de escrupuloso:
Allí del tigre, de la onza y oso 
Se oyeron confesiones
De robos y de muertes a millones;
Mas entre la grandeza sin lisonja
Pasaron por escrúpulos de monja. 
El asno sin embargo, muy confuso
Prorrumpió: "Yo me acuso
Que al pasar por un trigo este verano.
Yo hambriento y él lozano, 
Sin guarda ni testigo
Caí en la tentación, comí del trigo".
"¡Del trigo! ;y un jumento!
-Gritó la zorra-. ¡Horrible atrevimiento!"  
Los cortesanos claman: "Éste, éste
Irrita al Cielo que nos da la peste".
Pronuncia el rey de muerte la sentencia,
Y ejecutóla el lobo a su presencia. 
Te juzgarán virtuoso
Si eres, aunque perverso, poderoso.
aunque bueno, por malo detestable
Cuando le miren pobre, miserable.  
Esto hallara en la corte, quien lo vea;
aun en el mundo todo. ¡Pobre Astrea! 


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