El viejo y la muerte
Entre montes, por áspero camino,
tropezando con una y otra peña,
iba un viejo cargado con su leña,
maldiciendo su mísero destino.
Al fin cayó, y viéndose de suerte
que apenas levantarse ya podía,
llamaba con colérica porfía
una, dos y tres veces a la muerte.
Armada de guadaña, en esqueleto
la Parca se le ofrece en aquel punto;
pero el viejo, temiendo ser difunto,
lleno más de temor que de respeto, .
trémulo la decía. y balbuciente:
¡Yo..., señora.., os llamé desesperado;
pero...» .Acaba; ¿qué quieres, desdichado?»
«Que me carguéis la leña solamente.»
Tenga paciencia quien se cree infelice,
que aun en la situación más lamentable
es la vida del hombre siempre amable:
el viejo de la leña nos lo dice.
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