lunes, 23 de abril de 2018

El mono y el elefante Tomás de Iriarte

A un congreso de varios animales 
con toda seriedad el mono expuso 
que, a imitación del uso 
establecido entre hombres racionales, 
era vergüenza no tener historia
que, al referir su origen y sus hechos, 
instruirles pudiese y darles gloria. 
Quedando satisfechos 
de la propuesta idea, 
el mono se encargó de la tarea,
y el rey león, en pleno consistorio, 
mandó se le asistiese puntualmente 
con una asignación correspondiente, 
además de los gastos de escritorio. 
Pide al ganso una pluma
el nuevo autor; emprende su faena, 
y desde luego en escribir se estrena 
una histórica suma, 
que sólo contenía los anales 
suyos y de los monos compañeros;
mas, pasando después años enteros, 
nada habló de los otros animales, 
que esperaron en vano 
volver a ver más letra de su mano. 
El elefante, como sabio, un día
por tan grave omisión cargos le hacía, 
y respondióle el mono: «No te espantes, 
pues aun en esto a muchos hombres copio. 
Obras prometo al público importantes,
y al fin no escribo más que de mí propio». 


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