lunes, 22 de enero de 2018

El lobo y el mastín

El lobo y el mastín



Los celosos pastores disponían 
En lo oculto del bosque y de los cerros, 
Porque matar querían 
A un lobo, por el bárbaro delito 
De no dejar con vida ni un cabrito. 
Hallóse cara a cara 
Un mastín con el lobo de repente, 
Y cada cual se para, 
Tal como en Zama estaban frente a frente 
Antes de la batalla, muy serenos, 
Aníbal y Escipión: ni más ni menos. 
En esta suspensión, treguas propone 
El lobo a su enemigo; 
El mastín no se opone; 
Antes le dice: «Amigo, 
Es cosa muy extraña, por mi vida, 
Meterse un señor lobo a cabricida. 
Ese cuerpo brioso
Y de pujanza fuerte
Que mate al jabalí, que venza al oso:
¿Mas qué dirán al verte
Que lo valiente y fiero
Empleas en la sangre de un cordero?»
El lobo le responde: «Camarada,
Tienes mucha razón: en adelante
Propongo no comer sino ensalada.
Se despiden, y toman el portante.
Informados del hecho,
Los pastores se apuran y patean,
Agarran al mastín, y le apalean.
Digo que fue bien hecho;
Pues, en vez de ensalada, en aquel año,
Se fue comiendo el lobo su rebaño.
¿Con una reprensión, con un consejo,
Se pretende quitar un vicio añejo?






No hay comentarios:

Publicar un comentario